miércoles, 15 de febrero de 2017

El libro transparente de las cosa que existen y de las que no existen



                                                 
Rafael Courtoisie - Uruguay 

DEFINICIÓN DE ALGO QUE PESA MUCHO Y SUBE HASTA EL INFINITO

Una paloma de papel
con letras que vuelan.
No un ave: un poema.

II

DEFINICIÓN DE UN ÁNGEL AL QUE LE ARRANCARON EL ALA IZQUIERDA

Así no se puede vivir
las frutas cuestan
un ojo de la cara:
cada ojo una cereza
la piel de la ciruela
el ácido momento azul
de una tinaja
el agujero del día
el sol de almizcle
que crece en los venados.
Los cuernos del centauro
la vestimenta gris
de las palabras.

Todas las cosas
tienen nombre.
Las que no existen
callan.

En nombre del amor
se mata.
En nombre del amor
se falta.
El nombre del amor
es poco y nada.

Lo demás existe
en abundancia. Todo
cuanto se nombra
sangra.

Cada palabra es un mundo.

¿Tanto?

, señor,
y mucho más:

es nada.

III

LA DEFINICIÓN DE TODO, REDUCIDA

a RM que no se sentía todo, pero lo hizo, claro, sin duda.

En el centro de todo no hay nada
y yo estoy en vos, como una piedra
hundida en un pozo, solo, sin sonido
a la espera del amanecer. Pero la luz
no llega y en ese tiempo de penumbra
hay un lugar lleno de pensamientos:

no somos lo que sabemos
somos lo que soñamos

y en un punto cabe todo:
lo que fue, lo que es,
lo que esperamos.

IV 

DEFINICIÓN DE UNA CAMISA USADA, PUESTA EN EL CANASTO DE LAVAR Y OBSERVADA MÁS TARDE DENTRO DEL ANOCHECER, MINUTOS ANTES QUE LA TELEVISIÓN ANUNCIE QUE ESTALLÓ UN PAVOR DENTRO DE JERUSALÉN Y ME ACUERDE DE MÍ APENAS UNOS AÑOS ATRÁS. CUANDO ORABA INCLINADO FRENTE AL MURO DEL TEMPLO, CUANDO PEDÍA A D'S POR ALGO QUE NO VOY A REVELAR AHORA YA QUE NO HACE FALTA

Ahí está la piel descartable de esta tarde, el sudor
seco, la coagulación del rocío de mis glándulas.
Ella se parece a mí, tiene el aroma de los años
pero está fabricada en China, resiste mil y un
lavados en la máquina de la felicidad, no como
yo que no soporto casi nada: se me arruga la piel
tengo celos de la breve eternidad
que dura el plástico
y miedo de morir como el otoño.

"Y miedo de morir como el otoño", qué
bonita frase. Las palabras están hechas
de nada más que nada y son eternas.

V

DEFINICIÓN DE UNA HOJA CAÍDA DE UN ROBLE EN EL PARQUE DEL RETIRO DE MADRID EL 3 DE AGOSTO DE 2063, A LAS CINCO EN PUNTO DE LA TARDE, SERÁN LAS CINCO EN TODOS LOS RELOJES, MENOS EN UNO QUE YO SÉ Y TÚ SABES

Yo no estaré en el mundo, estará el árbol firme de donde salió la hoja y en la fortaleza del roble la ausencia de la hoja recordará otras ausencias en el mar del tiempo que es uno solo y muchos: esa hoja viva que falta no constituye una debilidad, al contrario, es una prueba de la fortaleza dialéctica de lo que somos: un nombre y todo lo que nos falta, aquello que nos contradice, una edad y el resto infinito del tiempo, una consigna y todas las razones que reniegan de ella.
Un trozo de mí que no soy yo pero me representa, el amor que sentí y ya cesó vive en alguna parte que ignoro y sin embargo sé que es demasiado poco: no alcanzó a vivir hasta este poema.
Y sin embargo respira.
¿Cómo te hablo sin palabras?
Mira esa hoja que cayó, separada del roble, esa hoja que aún no existe.
Es un fantasma del futuro. No existe, ahora, aún, en tu mano.
Pero la puedes ver.
Acariciar.
Y dice todo.

VI

EL OLVIDO
para José María Cumbreño, en el día que inaugura

Dentro del olvido cabe todo: lo que ha sido y no es
lo que puede ser, lo que pudo y no. En esta bolsa
sin fondo nace a cada momento lo que no ocurrió
y cada acto que hizo la vida y la muerte, cada día
de labor. Trabajo con palabras, las tomo, las doy
vuelta, son animales lentos, sombríos, me dan ganas
de morir
pero no, de ninguna manera:
amo febrero
y cada fruta que está por madurar ahora mismo.

VII

INVENCIÓN DE LA BONDAD

Se vuelca una montaña de harina sobre el mármol de la cocina
si no hay mármol, sobre una tabla de madera limpia, pulida
por las manos del tiempo, se agrega levadura fresca, un poco
de azúcar, aceite de oliva, un chorro, es mejor que la grasa
pero si no hay aceite de oliva un poco de grasa salida del silencio
que queda después que los chicharrones se secan, que han dado
todo su jugo, su verdad en la pradera caliente del sartén. Una cucharadita de sal. La sal recuerda el viento que sacudió
las afueras de Sodoma, la piel desnuda de Gomorra, la mujer de Lot. Un crisantemo erótico. Todo siempre lleva una pizca de sexo
aunque no lo queramos. Un poco de agua tibia, el agua
es una letra que forma parte del nombre secreto de Dios.
Esta receta de pan es una oración: se amasa, se deja leudar
en reposo, se la cubre con un velo de misa, con un paño
natural de algodón, con una tela rústica, bien limpia.
Se descubre, se la amasa de nuevo, se divide en trozos
y a cada trozo se le da forma de esfera: cada luna
se deja en la asadera untada, una cerca de la otra,
y van al horno.
Treinta minutos después se mira la masa crecida
sin abrir el averno, adivinándola, y un poco mas tarde
ya está: cada bollo dorado es un pedazo
de bondad. Puede comerse con mermelada de higos
o una tajada de luz sobre la lengua
de la palabra "pan". Eso es a gusto.

VIII

ARTE RUPESTRE

Doy de beber a unas flores, en un cantero, es de mañana
el agua se parece a mí: es clara, ligera y está llena de palabras
mudas, invisibles. El agua entra en la tierra y va hasta las raíces.
Llega el fin de febrero y mientras riego el dolor y la alegría
de los tallos pasa una hormiga, vuelan las abejas, muere el tiempo
y vuelve a nacer su voz en medio de la hierba, así es la vida:
un nudo desatado, la sombra del misterio, el peso puro
humano del sonido.

Ya no estoy en mí: soy lo que lees.

IX

ECLIPSE ANULAR

Para ver el eclipse
cierra los ojos.
Sólo dentro de ti
brilla la noche.

X

CANELA

Parece ser polvo de madera
pero está vivo y tiene un alma:
se puede sentir en la punta
de la lengua como un oscuro
brillar, como una contradicción.

XI 

a Emily Dickinson, por supuesto

Demasiado calor para cocinar

sin embargo persisten cinco
seres vivos en el refrigerador, cinco planetas
descendientes directos del árbol de la ciencia, vienen
del paraíso, entre los brotes de su estirpe
anduvo la serpiente bíblica, la que tentó a Eva
y al idiota de Adán, torpe, cetrino, cinco manzanas
entre amarillas y rojas no son mucho
y sin embargo alcanzan para el banquete
de hoy: frutas
desnudas, canela y azúcar
y un toque de la noche líquida:
vainilla y ese veneno blanco
que proviene del trigo molido, nieve
muda, harina y la materia
del sol, la duda pura
diurna del aceite.
Se amasa, ya se sabe
se rellena de medialunas cortadas
vaginales de la pulpa, se rocía
de almíbar, y puesto al horno
no se cuenta hasta diez ni hasta veinte
ni hasta treinta: se reza
lentamente a San Patricio
una oración antigua
y secreta: amanece
pero no lo muerdas
todavía: espera a que se entibie.
Ten paciencia. Canta
con la boca cerrada
antes de comerte el sol.

XII

LAS JOYAS DE LA CORONA

para N.G.C. , quien me las entregó pródiga hace unas pocas horas, desde el otro lado del jardín, y desde entonces no paran de brillar

Un frasco de gemas en almíbar
un vaso transparente de esmeraldas vivas:
higos, gotas de marzo en llamas
hoy miércoles, día de Mercurio
primero de marzo, mes de Marte:
lágrimas vivas de alegría, latidos
verdes de silencio dulce, música
de jade en la puerta de la casa.

XIII


LA AUSENCIA DE UN GATO DE PORCELANA

Estaba en la casa, sobre una mesa de roble de la abuela

¿Saltó?
¿A dónde fue?
¿Cómo saltó si era hueco? era más la cáscara de un gato
que un gato propiamente dicho: carecía de músculos, hasta
donde recordaba la abuela nunca se lo había
escuchado maullar
si ronroneaba lo hacía para sus adentros: se acariciaba
a sí mismo con ese sonido invisible que llaman silencio
y que es el más limpio y suave de todos los sonidos
además del color rojo que, como se sabe, es el sonido
de la sangre: un grito puro.
Pero volvamos al gato, al animal absoluto
que desapareció, que se fue, que ya no estaba
en su lugar una mañana de mi infancia: yo no lo rompí, juro
que no lo rompí, ¿cómo podía yo, un simple niño de siete años
matar un gato rígido, perfecto, blanco como la cáscara de un huevo, un gato unido perfectamente a su forma, a su delgada
piel de porcelana, un gato sin nada dentro, sin tripas
puro concepto: pasó de ser una cosa que existía
a ser algo que no existía: dio un salto, sí,
hacia la nada, hacia otro mundo, hacia el cielo
de los gatos de porcelana que desaparacen. Abuela
buscó restos, esquirlas, pedazos de alma de gato, huellas
de gato, revisó el tacho de basura, la escoba, la pala y nada
ni rastros del difunto: sin embargo me puso en penitencia
y esa tarde no hubo bizcochos caseros, solo café con leche
y un rezongo.
Lo juro: yo no lo maté, no lo rompí, cincuenta
y un años después puedo decirlo a los cuatro vientos
y publicarlo aquí: no tengo ni idea de a dónde se escapó
y tampoco sé, ahora que envejecí, en qué lugar del tiempo
quedó mi abuela enojada
por ese gato que sigue siendo hermoso aunque no exista
hermoso como mi abuela en mí: y ya que estamos ¿dónde
quedó ese niño de siete años que era yo?
¿Estará en alguna parte jugando imprudente con el gato
de porcelana francesa?
Ah, el niño también desapareció
lo trajo este poema hasta aquí, una brisa,
pero no está.
¿Mi abuela ya me perdonó?
Porque yo no fui, les juro
que no rompí ese gato que no existe
solo jugaba con él en la infancia y ahora
no sé, de verdad
no sé lo que pasó.

XIV

UNA GOLOSINA

En el agua hay un misterio que se puede beber y cuyo nombre, oscuro, no tiene sonido para decirse ni letras para ser escrito.

Ese misterio, precisamente, hace que el agua busque las partes más profundas de cada cosa y las inunde, les llegue al corazón con su sustancia laxa y al fin las disuelva:

así pasa con la pena, así con la tristeza.

La tristeza desaparece, dulce en la boca, poco a poco, cuando se la pronuncia.

XV 

INSEPARABLE

Estar en otra parte pero no salir de uno, quieto en el yo, viajar diez mil kilómetros sin desprenderse de mí: ¿por qué al llegar tan lejos, incluso a una ciudad en que se habla otra lengua, ni siquiera se logra dar un paso fuera de la piel? 
¿Por qué, en el amanecer o en el atardecer, la sombra sigue pegada al cuerpo, lo sigue a uno como un perro rabioso, mordiendo la punta del animal que es uno y ahora está en otro lado, en el extranjero, pero sigue encerrado, apretado contra las paredes del lado de adentro del cuerpo, el cuerpo que ahora avanza por Rúa dos Desesperados y camina cuadras y cuadras y cuadras hasta toparse con un retazo verde frente a la parte más ancha del Tajo, una vía de piedra y árboles retorcidos que se llama Largo dos Anjos?
No hay nadie aquí.
Solo una pareja callada en portugués y unas plumas dispersas en el piso.
Son de paloma o de gaviota.
No de ángeles.

Sigo caminando.
Pero no me alejo de mí.


XVI 

DUERO

En la carne de este río no hay agua, hay palabras.
Las palabras pertenecen a una lengua que entiendo y no entiendo.
Me inclino. Tomo un guijarro del piso.
Lo cubro con saliva.
Lo limpio, lo froto.
Brilla como una joya fuera de mí, en la materia del mundo.
Lo beso. Cierro la mano. Aprieto el puño.
Alzo el brazo.
Lanzo el guijarro al río.
Las palabras se apartan. La piedra se hunde.


Ahora la verdad no importa:
mi vida no pesa más.

Adolfo Casais Monteiro, muerto,
escribe un poema sin pies
ni cabeza.

Para mí, para ti.
Para el Duero.

¿Por qué esa nube parece
negra?

¿Cómo se puede cantar
sin sonido?

XVII

FÁTIMA

Esa mujer da vueltas y vueltas de rodillas, dando gracias en portugués por que su hija se salvó, ese hombre de unos setenta años hace más de dos horas que reza el rosario en francés y su mujer, la mujer que está a su lado, teñida de rubio platinado se quita los anillos y las pulseras que lleva puestos, los coloca en el interior de una bolsa ziploc y los va a entregar como una dádiva o como una ofrenda en cumplimiento de una promesa que sólo ella y su sombra conocen.
Hay una vendedora de natas y otra de bolos de mermelada de fruta. Las natas portuguesas son sabrosas, dulces. Pero esta mujer ofrece natas "doces" y natas "salgadas". Las natas saladas son de bacalao, tienen un sabor fuerte y moral como el mar portugués.
 Pasa el que vende velas y pasa el que vende figuras de la Virgen de Fátima. Compro un libro con "las profecías jamás reveladas de Nossa Senhora", lo hojeo y en la página 23 encuentro la que habla de la poesía en el mundo: jamás había escuchado algo así.


XVIII

LAS MAQUINARIAS DE LA ALEGRÍA
para Ray Bradbury, quien no lo supo
para Piti Polleri, por su oscuridad que brilla
para Martín Hum, quien hace poesía sin saberlo
La alegría es una piedra clara disuelta en el agua del tiempo y la tristeza es una piedra oscura que no se disuelve, se hunde.
Pero cuando se hunde remueve las lamas del fondo y en la nube de fango desplegada puede leerse el día y la hora en que atardece la verdad, el momento preciso en que nace la noche en la boca de un poeta.
Y cuando nace la noche en la boca de un poeta también nacen, infinitas, las galaxias, los planetas en torno a las estrellas, las lunas de las sílabas y el viento.
El viento, sobre todo el viento, esa voz que no es de nadie y es de todos.
Cuando nace la noche en la boca de un poeta, nace el silencio del amanecer.
Y sube hasta el cielo la piedra negra de la tristeza, se vuelve sol.
Y canta.

XIX

UN TALISMÁN

Compré en Chiado, Lisboa, un objeto mágico, una baratija que me vendió un anticuario por siete euros (al comienzo me pedía quince, pero le expliqué que era sudamericano, que venía del Uruguay, le indiqué en google maps, en la pantalla exigua del celular, dónde quedaba Uruguay, lo pequeño y lo bonito que era, lo triste y melancólico, lo luminoso y escéptico, mesocrático, laico, gratuito y obligatorio que era mi país con forma de corazón al revés.
Un país desnorteado, al que Brasil le había sacado una tajada de la parte de arriba, y por eso la forma de corazón invertido que él veía en Google maps.
Le dije que a mi pais le faltaba un pedazo.
Le dije que a cada mujer, a cada hombre, a cada niño de mi país le faltaba un pedazo.
Le expliqué que veníamos al mundo con esa falta extrema, con ese elemento ausente que nos hacia dudar de nosotros mismos a la hora de creer en la vida, en el amor.
Le dije que, aunque no se notara, la mayoría de nosotros éramos mutilados, heridos de guerra, que esa guerra no terminaría nunca y que él me veía con dos brazos y dos piernas, entero, pero que no estaba entero, que me faltaba un trozo en la parte más importante del alma, que por favor, por favor y por favor.
Nada, no se conmovía.
Entonces le expliqué que era poeta y que estaba de paso y que nadie me pagaba un sueldo por ser poeta, ni por enseñar, y que había venido a Portugal a hablar de la cultura de mi tierra sin que por eso me dieran un centavo.
Nada.
Le dije que además a mi vuelta, en lugar de recibir un abrazo, iba a ser blanco de algunos comentarios venenosos, de cierta forma globulosa, blanquecina y discreta de la envidia, que no era fácil vivir así, vivir de escribir y de soñar y de enseñar a soñar.
"¿Cómo?", se interesó.
"Sí", le respondí, "yo doy clases para aprender a soñar".
Se rió, muy fuerte, lanzó una carcajada en portuguės.
Pero volvió a repetir el precio: "Quince euros".
Entonces saqué del bolsillo un billete de cinco y cuatro monedas de medio euro. Se las puse sobre la mesa.
Me miró.
Negó con la cabeza.
Entonces me decidí. Necesitaba ese objeto, lo necesitaba para poder volver y vivir.
Le mentí : "soy primo de Luis Suárez, el jugador de fútbol, el crack, el que muerde, el que casi sale campeón, el genio....¿Lo conoce?"
El vendedor sonrió pleno. Al fin entendía, me entrego el objeto que ahora tengo en la mano, mientras escribo esto en Montevideo.
Me lo entrego por menos de la mitad de su precio.
El objeto sirve para entender mejor lo que piensan las mujeres y para acertar en los juegos de azar una vez al mes, por lo menos.
También sirve para escribir historias como esta.
Y para hacer poemas sin palabras necias.

XX

ESTRĖS POSITIVO, SURMENAGE Y KRAV MAGA

Me duele aquí
el lugar que no existe.
Taquicardia. Demasiado
cafė, los pedazos
de uno.
¿Por quė son tantos?
¿Y tan iguales a mí
juntos, separados
esquirlas, trozos, pensamientos
de cuando me acordaba
de ser?
Los meniscos, ah
los meniscos si fuera
jugador de fútbol
y ganara un millón
de euros, pero es
por patear la bolsa
de arena
gratis
con fuerza
una y otra vez
por trotar por el parque
a las cinco de la mañana
y pisar mal, por el camino
equivocado:
"En medio de la quema en nuestras vidas fuego
, donde el camino recto se perdió
trovame en un bosque
silvestre
...."
Debo dejar de hacer deportes
de contacto directo:
"Usted es bastante viejo, hermano
que es tarde, demasiado
tarde para escribir
poemas de amor, para
fu del kung que luchaba
y así sucesivamente"
debo dejar de pelear
con mi sombra.
Debo cuidar
mis articulaciones
mis rodillas
para que sigan dúctiles
flexibles
mantenimiento de patadas
izquierda
derecha
directo
a la entrepierna
a la cara
de la desgracia
debo cuidar mis rodillas
para hincarme
a rezar
para no jamás.
arrodillarme.

XXII

LA BOTELLA VACÍA


Lo que contuvo no está en el pasado, está en el presente: es una mujer que tuvo un hijo. Uno la mira, le mira el cuerpo, le mira la panza, el útero vacío y el hijo ya no está, el hijo anda por el mundo, se metió en el tiempo, creció para fuera y para siempre se alejó de la madre.
La madre se vació de líquido, se vació de sentido, se quedó sin vino y adquirió un alma leve, translúcida, ínclita.
Y la botella sigue ahí, la piel de vidrio de la botella sigue ahí, perdió peso y ganó espíritu.
Ya no tiene vino, el vino se aleja de las palabras.
Una botella vacía, bien mirada, es un poema zen.


La fábrica de los pájaros



Cuando mi hija tenía cuatro años le regalé una caja de veinticuatro lápices Faber de colores y un bloc de quinientas páginas en blanco, sin líneas, sin renglones, puro cielo de papel sin nubes.
La ofrenda estaba envuelta en papel rojo y dorado.
-¿Qué es? -se divirtió adivinando- ¿Otra Barbie?
-No- le expliqué.-Es una fábrica de pájaros.
Cuando abrió el paquete se puso a buscar. Todas las hojas estaban vacías.
-Los tenés que dibujar vos- expliqué- Después vuelan. Aprenden a volar solitos.
Los cabos de aquellos lápices se extraviaron hace muchos años, el papel se agotó.
Sin embargo, desde entonces, la madrugada no deja de llenarse de plumas, de cantos y de frutas frescas.
El mundo es un jardín despierto.

Tareas del poeta

Amasé, dejé leudar y puse al horno unos panes, cada uno del tamaño del puño de una mano de princesa de un poema escrito por Rubén Darío una mañana en Nicaragua, antes de empezar a beber, sobrio como los pájaros, contemplando un buey echando vaho un día a inicios del siglo XX.
Acabo de abrir el horno: ya están dorados.
Dentro de un momento amanecerá sobre la mesa una bandeja tibia, llena de soles crocantes.


El amor de los locos


Un loco es alguien que está desnudo de la mente. Se ha despojado de sus
ropas invisibles, de esas que hacen que la realidad se vele y se desvíe.
Los locos tienen esa impudicia que deviene fragilidad y, en ocasiones, belleza.
Andan solos, como cualquier desnudo, y con frecuencia también hablan
solos («Quien habla solo espera hablar con Dios un día»).
Más difícil que abrigar un cuerpo desnudo es abrigar un pensamiento. Los locos
tienen pensamientos que tiritan, pensamientos óseos, duros como la piedra
en torno a la que dan vueltas, como si se mantuvieran atados a ella por una
cadena de hierro de ideas.
El cerebro de un pájaro no pesa más que algunos gramos, y la parte que modula
el canto es de un tamaño mucho menor que una cabeza de alfiler, un infinitésimo
trocillo de tejido, de materia biológica que, con cierto aburrimiento, los sabios
escrutan al microscopio para descifrar de qué manera, en tan exiguo retazo,
está escrita la partitura.
Pero desde mucho antes, y sin necesidad de microscopio ni de tinciones,
el loco sabe que el canto del pájaro es inmenso y pesado, plomo puro que taladra
huesos, que se mete en el sueño, que desfonda cualquier techo y no hay cemento ni
viga que pueda sostener su hartura, su tamaño posible. Por eso algunos locos
despiertan antes de que amanezca y se tapan los oídos con su propia voz, con voces
que sudan de adentro, de la cabeza.
Los pensamientos del loco son carne viva, carne sin piel. En el desierto del
pensamiento del loco el pájaro es un sol implacable. El canto cae como una luz y un
calor que le picara al loco en la carne misma de la desnudez.
Pero la desnudez del loco es íntima: de tanto exhibirla queda dentro. Es condición
interior, pasa desapercibida a las legiones de cuerdos cuya ánima está cubierta por
completo de tela basta, gruesa, trenzada por hilos de la costumbre.
El único instrumento posible para el loco, para defender su desnudez, es el amor.
El amor de los locos es una vestimenta transparente. Esos ojos vidriosos, ese hilo
ambarino que orinan por las noches, ese fragor y ese sentimiento copioso y múltiple
que no alteran las benzodiazepinas, que no disminuye el Valium, permanecen intactos
en el loco por arte del amor.
Es un martillo, y una cuchara, y un punzón. Es todo menos un vestido, no cubre
sino que atraviesa, no mitiga sino que exalta. El amor de los locos tiene una textura,
un porte y una sustancia.
La sustancia se parece al vidrio, pero es el vidrio de una botella rota.

De "Estado sólido" 1996
Premio de la Fundación Loewe


Enriquezca su vocabulario


Ve al diccionario rescata
la palabra  "íngrimo" y me avisas.
¿Volviste? A esta hora
están matando un gallo en Senegal
óyelo bien
le están cortando el cuello
a un gallo que no eres tú
no te importa su nombre
sin nombre un gallo
pudo ser hombre
el destino es extraño
y tiene plumas
cacareaba, sí
pero, ¿qué sabes?
¿Tú qué sabes
del gallo
de la sustancia que alza
dentro?
¿Conoces el principio
azul del músculo
la estatura ciega
ósea?

Pudo ser hombre
sufrió en dos patas
como cualquiera
en Senegal.

                       Lo matan. Ya sabes
la cáscara
deja la llaga
del gallo humano salir
gotea cortado
                       el cuello
el hombre puro
del gallo
                       la desolación
deja un desierto en la madrugada
hace un agujero en la luz
el picotazo negro
de la muerte
gallina
                       la mañana.
El gallo
                       en el hombre.

Ahora di:
¿Qué significa “íngrimo”?

 De "Estado sólido" 1996
Premio de la Fundación Loewe                                 

Q habla del Edén


«Un pez de hule envuelve la comida diaria. Las escamas de nylon 
se deshacen pero no logran pudrirse en la boca del desierto: 
bolsas, jirones y retazos de plástico, trozos de carmica y latas como joyas oxidadas. 
Cada cosa es un tesoro y tiende a la aridez. Las raíces de los vegetales esperan 
entre vidrios y coronas de caucho, los óxidos de plomo y el agua del cadmio 
entre los dientes de un cero gordo, el mar envenenado de sulfito 
en la gran concha del mar, en la raja del mar, en el coño del mar, en la vira del
mar con aguavivas.
Un temblor de hilo en las vocales: n-a-d-a.
Estos son los huesos de Dios. Las ramas despojadas por el viento enfurecido, 
los ojos cubiertos por los labios de los ojos, la Mosca Reina con su séquito 
en el sexo.
Chatarra, chatarra y más chatarra. Junk.
La savia retrocede en las palabras cuando voy a hablar del árbol. 
Un sarcoma voraz seca la rama. El aire me respira y se envenena. 
Lo que amo se vuelve arena.»

De "Umbría" 1999



Rafael Courtoisie, ensayista, escritor, traductor. Profesor invitado en universidades de América Latina, Europa y EEUU, miembro de la Academia Nacional de Letras, miembro correspondiente de la Real Academia Española, miembro del Cultural Studies International Research, integrante del International Writing Program (Iowa University), Profesor de Teoria Literaria y Literatura Iberoamericana, Profesor de Narratologia y Guión, Profesor de Civilización y Cultura iberoamericanas. Integra el Consejo Editor de varias revistas académicas internacionales. Autor de ocho novelas, de más de diez libros de poesía y de numerosos ensayos. Parte de su obra ha sido traducida a más de veinte idiomas. Participó en congresos y seminarios en Estambul, Sarajevo, Jerusalén, Madrid, Londres, París, Lisboa, Roma, Bogotá, México, etc.

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